Una de las características que más me sorprende de la sociedad japonesa es el orden con el que llevan a cabo cualquier actividad cotidiana, que en otra sociedad supondría un caos.
Sales del metro entre una marabunta...no, eso sería en Delhi. Sales del metro entre multitud de personas casi silenciosas, y te diriges a las escaleras. De repente, y sin que nadie medie para ello, se forman 3 filas para subir. Sin empujones, sin malas caras. Y enseguida puedes abandonar la estación.

Este orden también pudimos observarlo en Tokio el día que comenzaban las rebajas de invierno.
Los clientes esperan con resignación y sin alterarse a las puertas del establecimiento. El personal del mismo, se encarga de controlar que las personas que esperan en la calle no entorpezcan el paso al resto de viandantes.
En el famoso centro comercial Itesan vimos cómo repartían papelitos con un número para controlar el acceso.
Es curioso ver cómo de manera casi natural, las personas se organizan en la distribución más óptima, como en las transitadas calles de Asakusa para Año Nuevo.
Es una esperanza para el resto de los mortales. En rebajas, sí se puede ser civilizado.
Escribir comentario